El Corte Inglés

La historia que me ha contado Raquel mientras hacíamos el amor me ha dejado de piedra. No sólo a mí, una parte concreta también se ha endurecido de manera poco habitual. 
Y es que de un tiempo a esta parte, hemos ampliado nuestros ‘permisos’ como pareja.
A media mañana tenía que comprar algunas cosas y aprovecharía para una jornada de curiosear algo de ropa. Renovar el armario como dice ella. 
Como el día era horrible En Sevilla de lluvia primaveral y tráfico apostó por Lo cómodo, el Corte Inglés de Plaza del Duque. Un sitio así da para toda una mañana.

El mundo es un pañuelo (y España más aún), cada vez lo tengo más claro. Mi querida mujer se ha encontrado con Antonio, el malagueño de Madrid. Estaba solo; venía a Sevilla por algunos asuntos de trabajo, una visita muy rápida. Llegó el día anterior por la noche y se marchaba ese día por la tarde en el AVE.
Como tenían tiempo, decidieron tomar un café allí mismo. Raquel estaba encantada, le tenía un cariño especial a Antonio... obvio, si recordamos lo que hicieron en Madrid en el Spa nudista. Y me da a mí que él debía estar más que feliz de ver a mi mujer.
Él quería comprarle algo de lencería a Raquel, algo bonito y no dudo en pedir consejo a mi mujer. A Raquel le encanta la lencería. Así que apuraron aquel café y bajaron a la planta de mujeres. 
Por la época del año lo ideal era un conjunto fresquito y ligero. El sistema era sencillo. Raquel buscaba algo que le gustase a ella y se lo enseñaba a Antonio. Pero claro, ver lencería en perchas es complicado, uno no se hace la idea de si queda más o menos favorecedor. 
“Oye, lo mejor será que me lo pruebe yo... sé las medidas de Raquel tan bien como tú además y tú vas viendo qué te gusta más o menos ¿te parece? Como creo que ya hay confianza”... Raquel si puede ayudar a un amigo...
“Perfecto... si no te importa yo estaré más que encantado” Quién le iba a decir a Anotnio que en una mañana tan extraña iba a volver a ver el cuerpo de Raquel que tanto le gustaba.
Seleccionaron varios modelitos y como si se tratase de una pareja marido-mujer entraron en los probadores.
Donde hay confianza hay... no, en este caso no hay nada de eso, hay placer. 
Antonio se sentó y Raquel se quitó la ropa como si estuviese delante mía, sin ningún tipo de pudor ni ningún tipo de provocación. Por eso que llaman higiene no se quitó (de momento) sus braguitas pero sí el sujetador dejando sus ricos pechos al aire. Sería el aire acondicionado pero sus pezones estaban duros como piedras. No pasaron desapercibidos para Antonio que los miró furtivamente. Entre lo que veían sus ojos y el recuerdo del sabor de aquellos oscuros pezones, un pequeño bulto comenzaba a crecer en sus pantalones.
Se probó el primer conjunto: un corpiño de color blanco y detalles en crema, tenía un tanga a juego que dejó en la percha. El corpiño, obviamente no se puede poner tan fácilmente así que Antonio, amablemente le ayudó, intentando ser de lo más delicado.
“No sé, No sé... quizás esto es demasiado complicado para Quitar Y poner ¿no?” dijo Raquel... “Cierto, descartado”
Se lo quitó y volvió a estar unos minutos semi desnuda pensando cuál sería el siguiente. “Veamos este”. Era un body de encaje trasparente de color púrpura con dos tiras para el pecho y un cinturoncito en la cintura. Se ataba al cuello y dejaba la espalda al descubierto. 
“Este es precioso. Le va a encantar seguro”. Raquel había elegido y Antonio no iba a llevarle la contraria. La verdad es que le quedaba de fábula. Se miraba en el espejo dándole la espalda a Antonio que miraba ya sin pudor alguno el culo de la modelo.
 “Ayúdame a quitarme el nudo por favor, que está muy duro”... pero más duro estaba algo en la entrepierna de nuestro amigo. Al aproximarse por la espalda era imposible que Raquel no notase aquella erección contra su culo...
Raquel, lejos de separarse, apretó aún más su cuerpo contra Antonio . “Vaya, cómo estamos ¿no?”... dijo  mientras movía su culo de izquierda a derecha. 
Él consiguió quitar el nudo y dejó caer las dos tiras hacia delante y seguido bajó sus manos hacia el pecho de Raquel mientras devoraba su cuello con besos y lametones. 
El ruido de alguien entrando en el probador de al lado les alertó pero simplemente cruzaron miradas por el espejo, sonrieron y continuaron. No era momento de palabras ni de fuertes gemidos pero ninguno de los dos iba a desaprovechar ese momento. Otros pasos delataron que más personas entraron en otro probador.
Raquel se giró, miró a Antonio y le hizo el gesto de guardar silencio con el dedo. Ese mismo dedo le sirvió para simular una felación mientras se arrodillaba delante de él.
Era obvio lo que venía ahora. Pantalón desabrochado y bajado hasta los tobillos para liberar la enorme erección de Antonio. Raquel miró fijamente el miembro y a continuación a sus ojos. Sin dejar de mirarle fijamente se tragó entera la polla sin tocarla con las manos y se mantuvo inmóvil unos segundos. Las manos de él se apoyaron con delicadeza sobre su cabeza. La sacó entera, la volvió a mirar y esta vez si la agarró con fuerza para pajearla mínimamente antes de volver a metérsela entera. Esta vez sin pausas. Una mamada profunda, con un ritmo fuerte, con ansia, con muchísima saliva; y mientras una mano acariciaba los testículos de Antonio la otra se aferraba al culo para no caerse.
Las voces de los probadores contiguos continuaban. Conversaciones triviales, ruido de perchas... Nada les entretenía y todo les excitaba. 
Antonio tuvo que sentarse en el pequeño banco del estrecho cubículo. Si Raquel seguía ese ritmo no tardaría mucho en correrse. Raquel lo sabía y decidió parar. En voz muy baja y acercando su boca al su oído le dijo: “Está muy bien que te sientes pero ahora te tienes que levantar otra vez”. Ella se incorporó y se quitó tanto el body que aún llevaba puesto como el tanga que traía. Sólo vestía unos tacones en ese momento. Se giró dando la espalda a Antonio y apoyó sus manos sobre el espejo del probador. Se inclinó algo hacia abajo para dejar claro lo que quería de él en ese mismo momento.
Él no necesitaba ninguna información más. Se levantó y sujetó a mi mujer de la cintura con una mano mientras la otra guiaba a su miembro hacia el coño de Raquel. El pequeño gemido y el sonido mojado y continuo que hacía cada vez que entraba dentro de ella, debió alertar a la persona que había en el probador de la izquierda. El único sonido ahora era el de la jugosa y mojada follada de los dos mientras que el resto de probadores se quedó completamente en silencio. 
Raquel y Antonio no sólo practicaban sexo en público sino que además eran conscientes los dos de que había gente que lo sabía y que seguramente disfrutaban con esa idea. Lejos de parar, Antonio siguió penetrando a mi esposa y ella sabiendo que ya no era un secreto, liberó un poco más sus gemidos.

Las dos manos agarraban fuerte a Raquel de la cintura. Las embestidas eran muy profundas y repetidas y le costaba mantener el equilibrio con los tacones y teniendo sólo el apoyo de sus manos. La fuerza que ejercía Antonio sobre ella le hacía disfrutar aún más. En voz muy baja pero de forma muy nítida, tan clara que seguro que entendieron sus vecinos dijo “Quiero que te corras dentro”.
Aquello terminó por debilitar por completo a Antonio que estalló en un orgasmo tremendo que también percibieron los atentos testigos de aquel polvazo. El orgasmo de Raquel llegó en el momento que sintió el semen ardiendo de Antonio inundando todo su coño.
No pudieron permanecer mucho así. Él se sentó y como aún agarraba a Raquel ell quedó sentada sobre él con su polla aún dentro. Antonio abrazo a mi mujer que echaba hacia atrás su cabeza para poder besarle. En los segundos que permanecieron así él notó como su propio semen resbalaba desde el coño a sus testículos. Incluso cayó algo encima del body que iban a comprar.
Raquel se levantó muy despacio, tocó su sexo levemente y se lamió los dedos. “Va a saber un poco a ti cuando Juan me c*** el coño esta noche” dijo susurrando todavía. Empezó a vestirse y como si no hubiera pasado nada dijo ya en voz alta, “bueno, entonces te llevas esto para Carol ¿no?”. “Sí, creo que ese es ideal, le encantará saber que lo has elegido tú”. 
Se limpiaron con las toallitas que siempre lleva Raquel en el bolso, una escena poco glamurosa pero que formaba parte de aquel fascinante e inolvidable encuentro. 
Salieron del probador. Ya en la zona de la caja adivinaron qué personas fueron testigos de su encuentro. Una mujer de unos 60 años que les miraba sorprendida pero intentando disimular y una chica de unos 30 que más bien sonreía complice a los dos. Antonio pidió a la dependienta otro body igual que el que llevaban. Le quedaba tan bien a Raquel que se lo regaló... Y para que así yo pudiera ver a mi mujer con él puesto. 
Un beso casto de amigos en la misma planta y se despidieron. Antonio tenía poco tiempo para llegar a la estación y Raquel decidió quedarse un poco más en El Corte Inglés. 
Antonio le iba a contar a Carol aquel encuentro afortunado; nada de secretos. Y seguramente entenderla situación tanto como yo... y seguro que follarían esa noche relatando cada detalle. Carol y yo ya buscaremos la forma de compensar entre nosotros dos solos ese desajuste entre las parejas. 
Esa tarde Raquel se llevó de regalo un body de encaje transparente de color púrpura con dos tiras para el pecho que se ataba al cuello y dejaba la espalda al descubierto que me encantó y Antonio se llevó a Madrid uno exactamente igual para Carol.... aunque con un bonito recuerdo sexual.
发布者 Estupefacto
3 年 前
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