Veraneo con Lidia.- Capítulo 2: El despertar

2.- El despertar
A la mañana siguiente, después de que Alberto saliera de nuevo para el trabajo, llamaron mis padres diciendo que venían a pasar el día con nosotros y querían que todos fuéramos a la playa. Yo tenía un montón de recados y cosas que hacer en la casa, así que les pedí que vinieran a recoger a Lidia y a los chicos y que me encontraría con ellos más tarde. Una hora más tarde se habían ido todos de casa y comencé a hacer mis labores domésticas, las tareas habituales: quitar el polvo, pasar la aspiradora, fregar los suelos, poner la lavadora…
Bajaba las escaleras con una carga de ropa cuando pasé por la habitación de Lidia. Los recuerdos de la noche anterior, lo que había escuchado, volvieron de repente a mi cabeza. Casi al instante me calenté. Volvía a excitarme con esos recuerdos. No podía pasar de largo sin entrar a curiosear la habitación de Lidia, ahora personalizada con algunas de sus cosas en el armario y escritorio. Me di cuenta de la cesta de la ropa sucia en una esquina del cuarto, al lado de su maleta. Dejé caer la pila de ropa en mis manos, me puse nerviosa por la excitación y los calambres me recorrían el estómago. Esa cesta contenía ropa sucia de Lidia. La ropa que había estado en contacto con su cuerpo, con sus partes más íntimas. Estaba en un estado de trance cuando me acerqué y la abrí. ¡Sí! Era como yo esperaba, las bragas de color verde esmeralda del día anterior estaban justo en la parte superior de la cesta. Estaba casi extasiada por la emoción y el sentimiento de culpa, pero por mucho que lo intentara, sabía que no había vuelta atrás. Las tenía en la mano y, ¡oh, Dios mío! estaban aún húmedas, tanto como mi entrepierna lo iba estando ya. Ella se había estado masturbando anoche, debía haber estado muy caliente para que sus bragas estuvieran aún húmedas. Era como si mi mano se moviera a cámara lenta cuando las acerqué a mi nariz. Olía a esa deliciosa mezcla de almizcle con unas gotitas leves de sudor y orina. ¡Mierda, había pasado mucho tiempo desde la última vez que había tenido mi cara contra un coño! Mis propias bragas se estaban volviendo a empapar con mis secreciones. Me encontraba loca de lujuria, me costaba respirar, mi corazón latía con fuerza y mis pezones se pusieron muy duros. Se despertaron incluso los pequeños vellos de mis brazos. No podía quitar las bragas de mi cara, sólo quería inhalar profundamente el olor de Lidia, tanto como hubiera querido hacerlo la noche anterior. Con la mano libre bajé la colcha y las sábanas de su cama. Me deshice de mis pantalones cortos y de mis bragas, las tiré al suelo y me quité la camiseta. Todo ello sin quitar sus bragas de mi cara. Tenía miedo de perder mi fantasía por un solo segundo.
Y así, completamente desnuda, me dejé caer en la cama, empujando sus bragas mojadas contra mi cara. Rodé entre sus sábanas, las mismas sábanas en las que ella se había corrido en la noche anterior. Mi mano izquierda restregó sus bragas por mi coño, mientras mi mano derecha jugaba con mis pezones, los pellizcaba y los retorcía. Podía sentir el calor de mi sexo mientras mis dedos se arrastraron hacia abajo, por mi vientre en busca de mi cueva ardiente, jugando con el suave bosque de pelo oscuro. Dos de mis dedos se deslizaron sin ninguna dificultad en el interior, y empujaron hacia arriba removiendo mis espesos jugos. Recordé lo caliente que debía haber estado Lidia la noche anterior. Mi lengua lamió con glotonería la tela de su culotte queriendo saborear sus restos… Mientras mis dedos no dejaban de moverse dentro de mí, logrando unas sensaciones maravillosas.
Me volví de nuevo y quedé sobre mi vientre, boca abajo. Subí mi pierna derecha hacia arriba, hacia mi pecho. Puse las bragas en la almohada y hundí mi cara en ellas de nuevo. Ahora, con las dos manos libres, deslicé los dedos de mi mano izquierda por debajo de mi cuerpo hasta alcanzar mi clítoris, al tiempo que mi mano derecha acariciaba suavemente mi culo. Oh mierda, esta era la forma en la que yo quería tener a mi prima. Quería sentir su suave cuerpo, tumbada encima de mí, en esta posición. Quería notar sus enormes pechos contra mi espalda, sus pezones clavándose en mi piel. Quería sentir las contracciones de su coño contra mi culo abierto, su suave vello púbico acariciando mis nalgas y su húmedo clítoris rozando y tratando de entrar en mi agujero más privado.
Acerqué mis dedos hasta mi coño, los introduje en él para sacarlos empapados. Recorrí de nuevo el camino ascendente, acariciando la piel sensible alrededor de mi culo. Presioné mi dedo lubricado contra mi agujero. Podía sentir la resistencia de mi esfínter luchando contra la intrusión. Inhalando profundamente el coño virtual de Lidia, mi sutil afrodisiaco, presioné mi dedo dentro de mi culo, gimiendo en voz alta. Mi mano izquierda jugaba con mi clítoris y mi dedo corazón de la derecha entró al final dentro de mi culo salvando toda resistencia. ¡Oh Dios, cómo deseaba sentir mi lengua dentro de culo de Lidia, quería sentir sus espasmos contra mi lengua invasora mientras ella se corría en oleadas de placer...! Olas y olas fueron las que estallaron en mí y comencé a gritar como una loca. Mi cuerpo se agitaba arriba y abajo, mi coño se deshacía espachurrado con el frenesí de mi mano izquierda, mientras mi dedo quedaba enterrado por entero dentro de mi ano.
Me corrí de forma bestial en esa postura tan jodidamente difícil. Perdí la noción del tiempo y de la realidad. Yacía así, boca abajo, en su cama, respirando con dificultad, esperando que mi ritmo cardíaco disminuyera de nuevo. Ni siquiera podía creer lo que acababa de hacer. Me había corrido en la cama de mi prima con la cara apretada contra sus bragas. Saqué la mano de debajo de mi cuerpo; estaba completamente empapada con la corrida. Lamí parte de ella, la limpié con mi lengua. Me encantó su sabor. Me di la vuelta y pude ver una enorme mancha en la sábana, justo donde mi coño había estado. Me gustó dejar mi olor en su cama. Quería que ese olor pudiera conducirla de nuevo a la lujuria por la noche. Aunque no sabía por qué, el aroma de mi coño podría excitarla. ¡Dios, yo la necesitaba! Tenía que probarla, tenía que sentir su cuerpo desnudo contra el mío. ¿Cómo podría convertirse este sueño en una realidad?
Mi experiencia en el dormitorio de Lidia era a la vez una de las cosas más sensuales y más aterradoras que jamás me había pasado. No había estado así de excitada en mucho tiempo y me sentía jodidamente culpable. Era mi prima, mi carne, mi sangre, la niña que solía cuidar cuando era pequeña. Pero ella era ahora algo más, ese era el problema. Había crecido, era una hermosa joven universitaria muy, muy sexy. Y estaba viviendo en mi casa y con cada uno de sus movimientos encendía mi libido de forma exagerada. Se supone que la gente no debe tener relaciones sexuales con sus familiares ¡Es asqueroso! Pero Lidia era tan hermosa que no podía dejar de pensar en ello.
Traté de concentrarme en todas las tareas que me quedaban por hacer en la casa: el polvo, la aspiradora, la colada…Trabajé con ahínco, pero mi mente estaba centrada en ella, en su tierno cuerpo, en sus sexys bragas, en el delicioso aroma que se desprendía de ellas. Llevé mis manos hasta mi nariz, una y otra vez inhalé el olor familiar de mi propio sexo. Esto me encendió de nuevo. El olor de mi propio coño me daba ganas de correr de nuevo a las bragas de la bolsa de ropa sucia de Lidia. ¡Oh Dios, qué sería capaz de hacer por lograr hacer el amor con ella! Mi mente se concentró en la manera de sacar esta idea adelante, pero cuanto más lo hacía, más culpable me sentía. Tal vez podría llevarla a la discoteca por la noche, tomar unas copas y seducirla ... Tal vez si me sorprendía masturbándome, ella se podría excitar y no podría resistirse a compartir el goce conmigo. Tenía que probar algo, pero estaba muerta de miedo por no conseguirlo o por lograr el efecto contrario. ¿Y si ella se asustaba y no quisiese hablar conmigo nunca más? ¿Qué pasaría si la alarmaba con mis fantasías y llamaba a sus padres para contarle mis pretensiones? Me despreciaría ella y toda su familia, me insultarían y me pondrían la etiqueta de pervertida sexual, no podría volver a mirarlos a la cara… Pero yo la deseaba, quería disfrutar de ella, de su cuerpo; quería darla placer, hacerla feliz, volverla loca de gozo; quería que fuéramos felices a las dos...
发布者 SirLawrence23
2 年 前
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