El punto de partida.

Se considera un artista del bondage, una práctica nacida en monasterios medievales japoneses como una forma de conjugar estética y meditación. El bondage es como un jardín en cuyo centro hay una roca: la roca es el alma de la sometida. Un jardín que, bien cuidado, alcanza cotas de belleza asombrosas, pero que puede arruinarse si se descuida levemente.

También se utilizó el bondage, en el pasado, para castigar a criminales. El color de las cuerdas usadas indicaba la gravedad de su falta. A veces, se les colgaba en la vía pública, a modo de escarmiento.

Ve el bondage como una forma de devoción, como un camino. A menudo va acompañado de la cera de las velas, de la madera de las pinzas y del metal de las cadenas.

Entrenar a una mujer significa hacerla sabia. Domar sus miedos, sus inseguridades, guiarla y corregirla, enseñarla a buscar y aceptar a la Sumisa que lleva dentro. ¿Quieres hallar la tuya, dejarla que emerja y ocupe el lugar que reclama en tu vida?

Si es así, debes ganártelo.

Por el momento, no quiero conocerte personalmente, sólo intercambiar ideas.

¿Fantaseas con ser exhibida?

¿Anhelas ser humillada, degradada?

¿Tienes la piel clara, el pelo largo, el pubis rasurado, los ojos oscuros, los labios carnosos, las uñas cortas?

No importa, todo es susceptible de ser modificado.

El único punto de partida necesario en el camino de la Sabiduría, ese camino de rosas y espinas, es querer transitarlo, con humildad, tranquilidad, confianza y sin prisas.
4 月 前
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