Carta de mi sumisa
La sumisión no es sólo sexo. La sumisión no es algo que se pueda aprender. La sumisión es belleza. Es la belleza que refleja el alma de una mujer sumisa
La sumisión no es sólo sexo, es sensualidad, es confianza, es comunicación, vulnerabilidad, cuidado, entrega y honradez.
La sumisión es saber quién soy y lo que deseo.
La sumisión es libertad. Es ser yo misma, sabiendo que MI AMO está allí para apoyarme si tengo dudas.
Es aprender a ser lo mejor que puedo ser. Es aprender a crecer, es aprender a dar.
La sumisión no es ver la vida de color de rosa, la sumisión es también dolor. No hay crecimiento sin dolor. No hay libertad sin lucha interior. No hay sensualidad sin derribo de las barreras que los años me han construido alrededor.
La sumisión desafía la imaginación y enciende dentro algo cálido, un calor que me prepara para abrazar y esperar con todas las fibras de mi ser.
La sumisión es una emoción, un hambre de Amor y entrega, satisfecha solamente por Mi AMO.
La sumisión es un regalo. El regalo de mi misma, de mi esencia, de mi compromiso emocional que fluye del origen al destino y retorna para sentir la plenitud . Una emoción. Un regalo. Un ofrecimiento. El regalo del placer de un corazón a otro.
La sumisión es cálida, la sumisión es suave, la sumisión no tiene medida, no se puede cuantificar, sólo se puede sentir... es una emoción.
La sumisión es como una cascada. Es constante, fluye imparablemente y como una cascada su fuente es un misterio.
La sumisión es una metáfora. Es luz en la oscuridad, es la caricia de un copo de nieve en mi hombro, el mecerse de las flores en el viento, el olor del otoño en medio de la nada. La sumisión crece y me envuelve, tiene vida propia... es una emoción.
La sumisión no es sólo sexo, es sensualidad, es confianza, es comunicación, vulnerabilidad, cuidado, entrega y honradez.
La sumisión es saber quién soy y lo que deseo.
La sumisión es libertad. Es ser yo misma, sabiendo que MI AMO está allí para apoyarme si tengo dudas.
Es aprender a ser lo mejor que puedo ser. Es aprender a crecer, es aprender a dar.
La sumisión no es ver la vida de color de rosa, la sumisión es también dolor. No hay crecimiento sin dolor. No hay libertad sin lucha interior. No hay sensualidad sin derribo de las barreras que los años me han construido alrededor.
La sumisión desafía la imaginación y enciende dentro algo cálido, un calor que me prepara para abrazar y esperar con todas las fibras de mi ser.
La sumisión es una emoción, un hambre de Amor y entrega, satisfecha solamente por Mi AMO.
La sumisión es un regalo. El regalo de mi misma, de mi esencia, de mi compromiso emocional que fluye del origen al destino y retorna para sentir la plenitud . Una emoción. Un regalo. Un ofrecimiento. El regalo del placer de un corazón a otro.
La sumisión es cálida, la sumisión es suave, la sumisión no tiene medida, no se puede cuantificar, sólo se puede sentir... es una emoción.
La sumisión es como una cascada. Es constante, fluye imparablemente y como una cascada su fuente es un misterio.
La sumisión es una metáfora. Es luz en la oscuridad, es la caricia de un copo de nieve en mi hombro, el mecerse de las flores en el viento, el olor del otoño en medio de la nada. La sumisión crece y me envuelve, tiene vida propia... es una emoción.
12 年 前